sábado, 24 de octubre de 2009

Un éxodo de oscuras golondrinas.


Golondrinas que, tras volar libres allá donde les lleva el viento, vuelven a casa como cada año, buscando el cálido hogar.
Ilusas, soñadoras, confiadas y estúpidas golondrinas!
¿Acaso estará siempre ahí el hogar esperando? ¿Aacaso el viento no arrastrará el polvo hacia allá y se llevará el nido que habian formado? ¿Acaso otras aves respetarán aquel hogar cuando necesiten resguardarse del frío invierno mientras no esten?
No, nada ni nadie las espera cuando se marchan y nada quedará igual cuando vuelvan.
Ilusas golondrinas.

Golondrinas que, tras volar libres allá donde las lleva el viento, vuelven al inhóspito y abandonado lugar donde algún día vivieron rodeadas del revitalizante calor de un hogar.
Hogar ahora inexistente, frío, triste y abandonado... ¡Ilusas y asustadas golondrinas!
Golondrinas a las que la desilusión y la desesperanza de cada año arrebató toda fuerza y convirtió en solitarios y atemorizados pájaros... Pájaros que olvidaron lo que era volar.
Lo que era vivir.
Golondrinas encerradas, golondrinas solitarias, golondrinas desconfiadas, golondrinas cuidando un hogar...
Vacías golondrinas
Vacías golondrinas que asustadas por perder, lo perdieron todo.
Y su éxodo fue solitario, solitario y sedentario. Vuestro exilio es vuestro hogar, oscuras y atormentadas golindrinas.




El éxodo, mi habitación.
Yo, una golondrina más.