¿Alguna vez os habéis encontrado solos en una habitación vacía? Una habitación ajena y prohibida, destinada al olvido por aquellos que antes la llenaban de vida, abandonada en su totalidad con todo lo que ella contenía, una habitación despreciada por el simple hecho de contener recuerdos...
Recuerdos buenos y malos, que dejaron huella como una estrella fugaz que brilla intensamente en el cielo, eclipsando la luz de las demás, y después desaparece dejando apenas una estela; y es esa estela la que inunda las habitaciones olvidadas, recordando el brillo intenso de lo que allí se vivió en un pasado.No hablo de salones lujosos ni palacios abandonados, me refiero a una habitación absolutamente normal, con muebles, fotos, cuadros, ventanas, relojes, adornos, libros, trofeos y recuerdos... Siempre me pregunté cómo un sitio tan normal había sido desplazado del mundo y ahora nadie se atrevía ni a mencionar; y entonces decidí descubrirlo yo misma.
Aunque ahora lo recurdo muy lejano, hace apenas unas horas que agarré fuertemente el pomo de la puerta, con el corazón encogido y tan acelerado, a su vez, como si quisiera salir a observar conmigo..., y lo giré; después no tuve más remedio que quedarme unos minutos de pie, inmóvil, al descubrir que tras muchos años todo seguía igual, vacío pero igual: el mismo olor, el mismo orden, los mismos objetos, la misma luz, pero en un profundo silencio... y entonces una fuerte sensación de nostalgia recorrió todo mi cuerpo y me trasladó a ese mismo lugar años atrás y, sin yo poder controlarlo, mi boca sonrió al mismo tiempo que por mis mejillas se deslizaron unas lágrimas. No sé cuánto tiempo pasé allí observando, reviviendo mi historia y la historia de aquel lugar, un lugar al que el paso de los años habían dotado de vida propia, un lugar que hablaba solo... Y que yo escuché atentamente, quizás minutos, quizás horas, hasta que me venció la conmoción y sentí el deseo de escribir las maravillas que renacieron en mi interior el desafiar al olvido.
Pero no lo conseguí.
Así que todo lo que puedo decir es que os adentréis en los límites de lo olvidado y lo hagáis vivir de nuevo, quizás la experiencia sólo os sirva para preguntaros ¿Qué pasó?, ¿Por qué cambió todo? Pero esas son, quizás, las preguntas por las que hay que empezar para deshacer el enrevesado nudo de confusión que, un día, se formó en tu interior.
Saber quién eres y porqué.