domingo, 16 de mayo de 2010

La melodía perdida.

Ruido.
Ruido. Un frenesí de sonidos salvajes que se retuercen y amontonan en mi cabeza, los oigo todos pero no distingo ninguno.
No escucho nada (con tanto ruido).
Quisiera poder sentir música entre todo este caos (de sonidos) que entra y sale de mis oidos, pero solo siento el deseo intenso de salir corriendo.
Hojas pasando
Puertas que se abren y se cierran
Un lápiz garabateando sobre un papel
Una bolsa de plástico
Alguien comiendo compulsivamente
Miles de conversaciones paralelas
Gritos
La retransmisión a todo volumen de un partido de fútbol
El Tic-Tac de un reloj de pared
El traqueteo de algún viejo calefactor
Teclas

Me da miedo, por mi sangre empiezan a correr miles de malos sentimientos;
el tiempo, el ruido.
Todo tan rápido.

¿Dónde estás, Silencio? Añoro tu melodía, esa que nadie comprende y me ayuda a detenerme en el tiempo, esa que le devuelve la magia a las cosas y me ayuda a soñar, la melodía que me hace escribir y volar...
El Silencio sí que es Música (y no el ruido).