martes, 28 de junio de 2011

Se hace tarde para tener prisa.

Decir que es tarde; que es tarde para recorrer las calles olvidadas buscando la soledad, y no encontrarla. Tarde también, para perderse en mitad de la multitud en busca de compañía, y sentirse solo.
Es tarde para borrar las huellas dactilares de otras vidas en la mía, para limpiar los aromas que impregnaron mis paredes. Es tarde para olvidar las emociones que me hicieron palpitar fuertemente y hoy, como un tortazo de verdades reprimidas, el viento me las devuelve. Me las devuelve consumidas y grises, como una sombra sin dueño... Como un fantasma empapado en rencor que no puede ir en paz.
Aunque no pare de correr, también se hizo tarde para huir; correr y correr con todos los sueños rotos y las despedidas a medias pisándote los talones.
Correr y correr.
Correr hasta llegar allí, porque nunca es tarde para quedarse en silencio.
Y, en medio del silencio, estremecerme hasta volverme invisible.

Por no faltarle al respeto a la vida de las palabras ocultas.

lunes, 24 de enero de 2011

Polvo en el viento.


-¿En qué piensas ahora?
-¿Yo?
-¿Quién sino?
-Ah pues, no sé... ¿ves eso de allí?
-No, no veo nada, ¿dónde?
-A lo mejor no lo ves porque es allí, al final del todo
-¿Y que hay tan interesante?
-Pues nada, no hay nada en particular, está el final...
-Pero, ¿el final de qué? No lo entiendo
-El final de lo que nosotros podemos llegar a ver, la fina línea que une cielo y mar allí en el horizonte, el final de lo que conocemos, del cuadro en el que vivimos... es impresionante.
-¿El qué?
-Que lo que para nosotros es el final, sea la puerta hacia la inmensidad, hacia lo eterno...